Cuando aprieta la caja se olvida la búsqueda de la calidad y de la excelencia. Ésta suele ser una cruda realidad en tiempos de crisis: En esos momentos se miran más los resultados y la tarea urgente, y se olvidan aquellos aspectos que siempre han sido importantes, entre ellos, la búsqueda permanente de la calidad y de la excelencia en todas sus facetas.

Y si nos olvidamos de la búsqueda de la excelencia, las probabilidades de éxito disminuyen: perderemos valor y restaremos servicios al usuario. Aún más, si se pierden las personas claves de la organización, las probabilidades de éxito disminuyen exponencialmente.

En el 82 % de las empresas, la crisis implica reestructuraciones de personal. De hecho, en España, esta última crisis se ha llevado por delante ya a más de 500.000 empresas y 2 millones de puestos de trabajo. Aquel axioma que hablaba de la necesidad de priorizar el cuidar a las personas en la organización, queda muy lejos en tiempos de crisis.

Las estrategias que las empresas ponen en marcha ante una situación de crisis van desde negar la evidencia, hasta revisar todos los procesos de trabajo sin aportar valor restando incluso servicio al cliente, pasando por ahorrar y ahorrar hasta el absurdo, esperar un milagro, esperar que nos toque la lotería, correr sin saber hacia dónde, cambiar continuamente y a bandazos de estrategias,…

En todo caso, es claro que toda crisis conlleva una enorme presión externa e interna sobre el factor humano de la empresa, especialmente sobre las personas a quienes corresponde tomar decisiones.

A pesar de eso, en las empresas de servicios a las personas, que vienen (y pretenden seguir haciéndolo) defendiendo valores y planteamientos humanistas, se sigue constando una clara vocación por conseguir un equilibrio entre los resultados económicos y la dimensión humana dela organización. Y esto es incluso más meritorio en tiempos de crisis como los actuales.

Es evidente que toda crisis también puede ser buena, si sabemos cómo aprovecharla: nos ayudará a reinventarnos, a desprendernos de ineficiencias consolidadas por el mero paso del tiempo y despejará de nuestro camino a otros competidores.

Para enfrentar la crisis deberemos tener claro que todas las partes de la organización están interrelacionadas, de tal manera que si una parte de la organización funciona mal, esto afecta a toda la organización. Porlo tanto, cualquier planteamiento de actuación ante la crisis debe abarcar a todos los aspectos de la organización.

Buscaremos así un planteamiento sistémico, que conlleve posicionarse como una organización consciente, en constante vigilancia y permanente reflexión. Esta organización tendrá una visión global y un compromiso consistente a fin de implementar los cambios de una manera convencida.

Hay además filosofías y metodologías de trabajo que pueden ayudar a mejorar nuestra productividad de manera continua; que pretenden expresar la idea de la necesidad de buscar la mejora constante a través de cambios sensibles dirigidos a perfeccionar y evolucionar positivamente. Estas filosofías tratan de minimizar las acciones rutinarias y concentrar los esfuerzos en lo que nos hace progresar.

Lógicamente también implican autodisciplina, mejora constante, hábito de evolucionar y de perfeccionarse,….. Como contrapartida, en el lado positivo conllevan mayor nivel de satisfacción, mayor rendimiento personal, alcanzar objetivos cada vez más elevados y responder rápidamente ante las oportunidades del entorno.

Por otro lado estamos en la “era Co”, de colaboración dentro de la empresa: entre directivos, entre éstos y los trabajadores, y entre los trabajadores; de colaboración entre organizaciones; de coliderar, de coordinar,…,  en todo lo que hace referencia a idear, producir, intercambiare implicarse.

Teniendo en cuenta todo ello, éste es un decálogo de las apuestas que podemos poner en marcha para superar la crisis y aún salir reforzados:

  1. Focalicemos nuestro esfuerzo en lo que sabemos hacer, y pongámosle creatividad, iniciativas de abajo-arriba, esfuerzos renovados,…
  2. Pongamos en marcha un plan anticrisis de un año de duración. Pero atención, lo más importante lo haremos en los cien primeros días¡¡¡.
  3. Empecemos, desde ya, a recortar costes¡¡¡. Y empecemos a implementar políticas de flexibilidad en todos los ámbitos.
  4. El liderazgo conjunto del equipo directivo es clave.
  5. Y es más clave todavía la comunicación formal, veraz, clara e inmediata con toda la plantilla, a fin de evitar tensiones, incertidumbres, rumores, bulos, especulaciones,…, que afectan a la productividad y a la calidad.
  6. En el éxito del plan anticrisis hay que involucrar sobre todo a los mandos intermedios, a fin de incrementar su compromiso con la organización, y de ahí, en cascada, el plan debe comprometer a todos los miembros de la organización.
  7. Hay que mimar, más todavía, a las personas claves de la organización a través de su reconocimiento, apoyo, refuerzo y motivación.
  8. Es preciso acompañar el plan anticrisis ofreciendo empleabilidad: formación, desarrollo de competencias transversales, desarrollo de otras capacidades profesionales, control emocional,…
  9. Hay que asegurarse de medir correctamente las necesidades y expectativas de la plantilla a fin de evitar bulos y acertar en las decisiones de gestión de RR.HH.
  10. En estos momentos, más que nunca, hay que vincular los objetivos de la empresa con los objetivos personales de las personas trabajadoras.

Y aún cabe añadir una apuesta más: Es preciso cuidar a nuestros aliados y dedicar también un tiempo a cuidarnos a nosotros mismos.

En el sector de atención a las personas, los planes anticrisis que se están poniendo en marcha y que ARETé-activa viene apoyando, tienen en cuenta tanto los aspectos relativos a disminución de gastos (desarrollando actuaciones relativas a reorganizaciones  y de solución de ineficiencias internas, ahorro en materia salarial, ahorro en mantenimiento de instalaciones, ahorro en materia de materiales, utensilios, compras, … , y ahorro en materia de atención a las personas), como los aspectos relativos a incremento de ingresos (donde se prevén actuaciones en materia de incremento de aportaciones de socios y benefactores, concreción de nuevas alianzas estratégicas, puesta en marcha de nuevas líneas de negocio, y prestación de servicios a otras organizaciones similares).

El esfuerzo merece la pena, aunque sólo sea por ser consecuentes con un básico principio de solidaridad:

  • Mejorando la competitividad de nuestras organizaciones posibilitamos el seguir existiendo, el seguir cumpliendo con nuestra Misión.
  • Posibilitamos el mantenimiento de los puestos de trabajo y aún la creación de otros nuevos.
  • Posibilitamos la existencia de otras empresas auxiliares a las nuestras y el mantenimiento de sus puestos de trabajo.
  • Posibilitamos más ingresos fiscales para la Administración, que al final se traducen en más servicios al ciudadano.

Una conclusión sí que debemos tener clara: de la crisis no nos va a sacar ni el Gobierno por si sólo, ni los aliados europeos, ni la lotería, ni un milagro. De la crisis saldremos nosotros con nuestro esfuerzo, nuestro compromiso, nuestro sacrificio y nuestra imaginación.