La excelencia del liderazgo radica en la capacidad de alinear a las personas de la organización hacia el rumbo marcado. Dentro de un enfoque basado en el liderazgo por valores, el fomento de la participación y de la vinculación de las personas con la organización se convierte en la herramienta fundamental para el cuidado de las personas.

Partimos de la convicción de que, en una organización tan especial como una entidad sin ánimo de lucro, la participación y el consenso no son una oportunidad sino una necesidad. Y la participación y el consenso tienen un instrumento fundamental: el trabajo en equipo. Sólo el trabajo en equipo y las decisiones compartidas comprometen a las personas de la organización. Hay que reducir al máximo el ámbito de decisiones individuales y facilitar, fomentar y dinamizar el encuentro formal e informal para desarrollar la capacidad de trabajar en equipo.

La tipología de equipos es muy diversa, pero en todos los casos sus efectos son muy beneficiosos porque favorece la transmisión de buenas prácticas, facilita la coordinación, favorece la implantación de planes de mejora y la aplicación del ciclo PDCA, permite transmitir el liderazgo compartido, asegura el alineamiento de las decisiones con la Misión y la Visión y genera identidad e identificación con la organización dándole mayor cohesión.

La participación constante en la toma de decisiones y la asunción de acuerdos por consenso fortalece a la organización al lograr el compromiso de las personas y, al mismo tiempo, consigue que el sentido de pertenencia y la identificación con la organización sean un VALOR, una creencia arraigada que se nota en el comportamiento diario y que redunda en la excelencia del servicio prestado. Así, las personas no trabajan para una organización sino para “su” organización.